martes, 31 de agosto de 2010

Sabía que volvería a encontrarla



Sabía que volvería a encontrarla,  interiormente la llamaba Bonita, hacia unos días pensaba en ella y ahora ahí estaba, recogiendo su cabello a metros mío, con la misma belleza de siempre, ese aire fresco que en muy pocas encuentro y si, en el mismo vagón de siempre, pero esta vez estaba decidido a decirle algo, aunque no tenia muy claro que.
Muy de a poco se iba llenando el vagón y mi impulso (y el de otros) me hacían acercar a ella.
Nos cruzamos con varias miradas y en una de ellas sonrió.
Ya estaba al borde de la locura. De repente la gente se empezó a mover hacia delante y ambos, cada vez más cercanos, fuimos empujados.
De lejos se escuchaba una voz y un sonido de clic, clic nos empujaba  delante de mí.
Nos miramos varias veces más y las sonrisas se agrandaban cada vez más.
Faltaban tres estaciones para llegar a destino y veía en esa, la mejor oportunidad.
Tenia definido el comienzo de la conversaron con ese “no entiendo para que se movilizan hacia delante si faltan varias estaciones”, creí que era perfecto, una entrada que no me dejaría mal parado nunca.
Mi decisión estaba tomada hasta que ese “pasajes, abonos y el clic, clic” estaban delante de mí pidiéndome no se que cosa.
Baje las escaleras de esa maldita estación, saque el boleto y espere el otro tren.
Desde ahora viajo en bus, mi dedicación hacia la lectura ha crecido.

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